Las elecciones de Estados Unidos han concluido en 48 de los 50 estados, con Joe Biden como claro ganador, quien ha obtenido hasta el momento 290 votos del Colegio Electoral, frente a Donald Trump, que lleva 214. Solo falta sumar Georgia y Carolina del Norte, que aportan 16 votos del Colegio Electoral y 15, respectivamente. En Georgia va Biden adelante con 49.5%, frente a Trump con 49.3%, prácticamente un empate, con el 99% de las actas computadas. Carolina del Norte se lo llevaría Trump, con 50.1% contra 48.7% de Biden.
Esto significa que la elección ya se decantó hacia el demócrata, quien llegaría a 306 votos del Colegio Electoral contra 229 del republicano. Por tal razón, es que los líderes del mundo han hecho llegar su felicitación a Biden como siguiente mandatario de la democracia más poderosa del mundo. Angela Merkel de Alemania, Macron de Francia, Justin Tradeau de Canadá, hasta Boris Johnson, de Gran Bretaña, se ha tragado su orgullo pues Donald Trump era su aliado geoestratégico y con quien compartía su gusto por el neo nacionalismo, el proteccionismo y los rasgos de personalidad que líderes buleadores tienen. Vaya, hasta Miguel Díaz Canel, Presidente de ¡Cuba! ha extendido su felicitación. Solo Rusia, China, Brasil y unas cuantas naciones más se han reservado, entre ellas México.
El argumento de éstos últimos es sencillo: el Presidente en funciones ha dicho hasta el cansancio que se cometió un fraude electoral y llevará hasta las últimas instancias legales el resultado, teniendo como estrategia eliminar todos los votos que por correo no llegaron a tiempo para el cierre de la jornada electoral, el 3 de noviembre. De ahí en adelante ningún voto debería contar, según la versión de Donald Trump. Sabemos hasta el momento que gracias a ese voto se cerró la elección en una decena de estados y dieron el voto determinante para que se pintaran de azul demócrata, como fue el caso de Arizona, Nevada, Michigan y Wisconsin, así como la propia Georgia. Sumado a lo anterior, Larry Rubin, representante republicano en México ha sostenido en columna publicada en Milenio el 8 de noviembre que la elección está lejos de terminarse, pues es hasta el 14 de diciembre que el Colegio Electoral se reunirá con sus delegados a, en ese momento, decantarse por el candidato que habrá de ser Presidente. Cabe una traición a sus votantes, por ejemplo.
Sumado a la vía legal que está provocando Trump, es que los mandatarios de esas pocas naciones se han resistido a comunicarse con Biden. Aunque, para ser objetivos, se ve muy lejano el objetivo del Presidente Trump, pues son las propias reglas locales, que su equipo electoral aceptó, las que le impedirían dar un revés, además que no es un estado, o dos, tendrían que ser hasta 4 para lograr su cometido. Sumado a lo anterior, hasta los propios republicanos le están dando la espalda pues consideran que decir que la elección fue fraude, es sin dudas desproporcionado.
En el caso de México, el Presidente López Obrador ha sostenido que él vivió en carne propia que los mandatarios de todo el mundo se “apresuraran” a felicitar a Felipe Calderón, mientras que él anunciaba una impugnación y el famoso “voto por voto, casilla por casilla”. Claro, llevó a cabo la vía legal y como los votos ya estaban emitidos, se abrieron miles y se recontaron millones de votos, (con los que Calderón aumentó su triunfo, por cierto) y el Tribunal Electoral no recibió ningún aporte de pruebas que fueran determinantes, salvo periódicos y dichos del propio Andrés Manuel, de tal suerte que se ratificó el triunfo de Felipe Calderón como Presidente de los Estados Unidos Mexicanos.
¿Qué nos deja esta experiencia? Que a votos emitidos, bajo las reglas claras y donde todos los participantes tuvieron un ejército de observadores, no hay manera de que tales trampas se hayan hecho en la misma medida y del tamaño de la acusación que generan.
Por tal motivo, considero que no felicitarlo y colocarnos del lado ruso y chino, quienes no son precisamente estandartes de valores democráticos, me parece un craso error.
Sumado a lo anterior, tenemos la declaración del Presidente, quien sostiene que no es partidario ni de Biden ni de Trump, que “su partido es México” y que no había ninguna prisa, pues esperaría que las autoridades de Estados Unidos terminaran de determinar quién ganó. Sin embargo, aquí hay dos apuntes sumamente relevantes que demuestran ignorancia e incongruencia (ambas, por cierto, son posturas tomadas premeditadamente):
Primero, en Estados Unidos no hay una autoridad electoral como el INE. Allá cada Estado gestiona la elección bajo sus propias reglas. Por ejemplo, por cada estado los candidatos deben ganarse el derecho a participar y registrarse hasta 50 veces, una por entidad. Al mismo tiempo, el conteo de votos y la organización misma de las elecciones y algunas reglas de campaña dependen completamente de legislaciones locales. Por eso es que no hay una autoridad por encima del voto popular de cada Estado, quien al dictar quién obtuvo mayoría, todos los votos del Colegio Electoral deben ir a esa persona.
Segundo, es por todos sabido que Evo Morales estuvo en nuestro país, con gastos que corrían por parte del Gobierno Mexicano, así como financiar su traslado en aviones de la Fuerza Aérea Mexicana. En su momento, ni el propio Presidente de la República lo había hecho. El motivo por el cuál estuvo aquí, es porque se asestó un golpe de Estado en el que el Ejército le advirtió que se fuera de su país pues había violado el debido proceso en las elecciones, las cuáles iba perdiendo, se les cayó el sistema, y cuando regresó, él ya iba arriba. Esto fue atestiguado por observadores internacionales, quienes condenaron la burda maniobra por perpetuarse en el poder. No importó el fraude que cometió el compañero Evo, ¡En el mismo minuto que se autodeclaró ganador, Marcelo Ebrard lo felicitó por su triunfo! Cuando llegó a México, el propio Presidente le dio trato de Jefe de Estado. Al ganar su Partido en el retorno de las elecciones, hace tan solo el fin de semana pasado, hasta les hizo vídeo felicitándolos. Fue una incongruencia, a como se le quiera ver.
Sin embargo, las malas decisiones se pueden permitir si, como Bolivia, hablamos de un país que representa apenas una minúscula fracción de menos de 1% de intercambio comercial, cultural, turístico, entre otros. Pero no es así con Estados Unidos. Ese país es nuestro vecino, compartimos la frontera más dinámica del mundo y una de las más extensas en kilómetros, en la que pasan activos por más valor que la economía de muchísimos países, que coinciden en varios capítulos de historia, en la cuál nos hermanan millones de familias que viven en ambos lados de la frontera, de quien recibimos influencia cultural recíproca, así como millones de turistas, con el que somos aliados en prácticamente todo.
Por tal motivo, no se puede entender a botepronto o por sentido común que el Canciller Marcelo Ebrard no haya extendido la felicitación, pues el Presidente no lo considera oportuno. El propio Ebrard sí quería extender de ya el puente de comunicación, pero lo paró en seco el Ejecutivo Federal.
Es así como se desperdicia la oportunidad de demostrarle a Joe Biden que lo de la visita de Trump fue algo coyuntural, pero que es agua pasada. Incluso, alguna posición media podría sonar bien. Un simple tweet reconociendo el voto popular, a reserva de cualquier situación interna que esté por resolverse.
Por eso mismo es que considero que Andrés Manuel López Obrador no está
pensando como Jefe de Estado, sino como amigo de Donald Trump, por quien mete hasta
el hombro.