Los maestros rurales han llevado los conocimientos a los pueblos más alejados de todo el país. Que hoy hasta el pueblo más recóndito de la República Mexicana cuente con un maestro o maestra que dé clases en una pequeña escuela hecha de ladrillos y teja es una escena de un México con esperanza, tal es el caso del maestro Ulises Ramos, quien hace más de 20 años inició dando clases en la sierra, en el Ojito, municipio de Badiraguato.
Se hizo famoso en redes sociales, al compartir una fotografía de sus inicios, al lado de un burro y unos cartones de huevo, donde cargaba sus pertenencias para llegar al lugar.
Originario de Culiacán, el docente abandonó su vida en la ciudad para convertirse en un maestro rural, para llegar al lugar recorría más de 12 horas, vivía en una choza de paja en medio del bosque, pero eso no le quitaba la satisfacción de enseñar a los niños que vivían en medio de la sierra, en medio de pinos y con muchas ganas de aprender.
“En el año 2000 recién egresado de la Normal de Sinaloa con 20 años me fui a trabajar a uno de los lugares más bellos que me ha tocado ver , la sierra de Badiraguato , El ojito., dónde la tecnología aún no llegaba, a duras penas un teléfono satelital a varios km de ahí , casi 12 horas de camino en camión y no tanto por lo lejano sino por lo accidentado del camino , más otras dos horas a partir de la sindicatura de San Javier que era hasta donde llegaba el camión”.
Historia
Hoy ya pasaron 20 años y actualmente el docente trabaja en la escuela, Primaria Valentín Gómez Farías, en Culiacán.
Es una excelente persona, entregada a su trabajo y siempre dispuesto ayudar sin esperar nada a cambio. Es padre de familia y relató que ser maestro es lo mejor que le pudo pasar, ya que es dejar un legado en el futuro del mañana.
Luego de que su publicación dónde compartió su experiencia de sus inicios y ser maestro rural, se volviera viral en redes sociales, el secretario de educación pública, Juan Alfonso Mejia López, contacto a Ulises y este lo invito al plantel educativo donde actualmente labora. Invitación que “El Tío Ponchito” como también se hace llamar Mejia López ante los niños, aceptó con gusto y fue este martes que acudió exclusivamente para conocer al docente.
“El hecho de que el doctor Juan Alfonso Mejia, la haya compartido, me fue muy grato, se me hizo un gesto de mucha humildad que él volteé, pero el mismo lo dice esta historia es de varios maestros, que dejamos a nuestras familias, que las escuelas las volvemos nuestras segundas casas,que lo hijos, los antepones a nuestros hijos, el día de ayer él se presentó. Esa experiencia se va quedar en mi mente en mi corazón, es una experiencia muy grata”.
Ulises Ramos comentó que ese conmovedor mensaje lo escribió cuando se encontraba en su casa aislado, ya que tanto él, como su hijo tenían COVID-19, pero afortunadamente los dos salieron victoriosos en su lucha contra el virus.
“Cuando yo y mi hijo estábamos enfermos, pasando por los síntomas del Covid-19, y quise desplazar un poco el miedo que sentía porque la verdad si me las vi yo difícil por ser una persona con diabetes, tenía mucho miedo y cómo un ejercicio para poder salir adelante, para sentirme un poco mejor, escribí me remonte a esa emoción cuando fui maestro que fueron unos años muy bonitos”
Dar clases en una escuela rural es una experiencia que sin duda el maestro jamás olvidará y siempre estará orgulloso de ver formado parte de ello y dejar huella en el corazón de tantos niños, tantos niños que de no haber sido por él no hubieran recibido enseñanza.
“Lo cierto es que a partir de ahí hubo un antes y un después . Si volviera a nacer pediría que está experiencia se volviera a repetir pues no había mayor distinción que ver en mi credencial el título de maestro rural”.