La taquicardia Norteamericana

En Estados Unidos se está concluyendo una intensa campaña en la que ganarán el republicano Donald Trump, que busca reelegirse por 4 años, o el demócrata Joe Biden, vicepresidente en la administración de Barack Obama. Desde hace poco más de un año el favorito ha sido Biden, aún hoy que hay casas encuestadoras que le dan hasta un 80% de probabilidades ganar hoy 3 de noviembre. Sin embargo, la percepción que genera el triunfo del demócrata huele a lo vivido en 2016, cuando las mismas encuestas apuntaban un 60% de probabilidades para el triunfo de Hillary Clinton. 

El triunfo de Trump es por todos sabidos. Hillary sí ganó en el voto popular, pero Trump les ganó el voto indirecto que dan los Colegios Electorales, al obtener 304 votos electorales contra 227 de Clinton.

¿Cómo puede la candidata con más votos perder contra quien obtuvo 3 millones de votos menos? Porque no importa cuántos votos obtengas dentro de tu estado, si tu candidato gana por un voto en esa entidad, todos los votos electorales de ese estado se los lleva el candidato, no hay proporcionalidad, ni tintas a medias. El que gana se lo lleva todo. El número que prácticamente determina quién gana es el de 270 votos electorales. Quien lo supere se vuelve el siguiente presidente de los Estados Unidos

Hay entidades que concentran grandes grupos de población, donde los demócratas siempre arrasan. Es el caso de California y Nueva York, por mencionar dos que sumados tienen 48 millones de los habitantes del país (de cerca de 320 millones que hay en total). En votos electorales, representan 55 y 29 votos, respectivamente. Hawái, que ganan siempre los demócratas, aporta solo cuatro votos, para ponerlo en contexto.

En el caso de los republicanos, ellos tienen usualmente ganado Texas, segunda entidad que más votos electorales aporta, con 38. De hecho, la cantidad de estados que usualmente votan por este partido es mayor que los que votan demócratas. Basta ver un mapa de tendencia de voto del país divididas en sus 50 entidades para ver que la mancha roja (republicana), suele ser mucho mayor que la azul (demócrata). Esto porque esas grandes extensiones de territorio son poco habitados y la aportación de votos electorales es menor. Pero juntos, dan un piso parejo en el que ambos partidos inician prácticamente empatados.

Hay también estados que tienen poblaciones relevantes y son muy sensibles a ciertos temas y que en el otro lado los conocen como péndulo, pues para donde se inclinen dan la victoria al futuro Presidente. Son Ohio (18), Carolina del Norte (15), Pensilvania (20), Michigan(16) y Wisconsin (10), entre otros. De los anteriores, juntos aportan 48 millones de votos directos, los mismos que California y Nueva York juntos. Pero en votos electorales, que son de verdad los que importan, dan 79.

Aquí es donde está la diferencia. California y Nueva York, dos de los estados más poblados, arrasan los demócratas, pero solo dan 84 votos electorales. Mientras que en Ohio, Carolina del Norte, Pensilvania, Michigan y Wisconsin, la disputa fue tan cerrada que Donald Trump apenas alcanzó a superar por poco a Hillary Clinton en 2016 pues le creyeron más sus promesas de proteccionismo a la industria automotriz, que ven a China como un enemigo y el cual Trump usó hasta el cansancio al decir que son una amenaza a la economía norteamericana. 

Ese nacionalismo funcionó, y por el diseño de la democracia norteamericana, aunque haya ganado por poco, esos votos de diferencia le dieron el gane de la totalidad de los votos electorales de las entidades. Como les decía, 79. Además, logró quedarse con Arizona que da 11 y Florida, segunda entidad con más votos electorales, que aporta 29.

De esa manera es que Trump logró superar a Hillary en 2016. Las encuestas en todo el país daban como ganadora a la demócrata, pero si lo hacías en los casos particulares en los estados péndulo, Hillary estaba en empate técnico con Trump. Al final, el votante que no había definido su voto o que escondía hacerlo, decidió votar rojo y de ahí en adelante hemos vivido la historia.

Para esta elección, Joe Biden mantiene esa misma ventaja, va por delante y seguramente obtendrá más votos populares. En los estados péndulo Biden tiene una mayor ventaja que en 2016, pero sigue estando dentro del margen de error.

Por último, en Estados Unidos puede emitirse el voto anticipadamente. Esto significa que hoy no es el único día en el que las personas han votado. Por correo postal, desde hace semanas, hay 80 millones que ya decidieron. Este número es inédito, y podría representar más de la mitad de la participación del país. Más los que acudan hoy a las urnas, hablamos que podría ser la elección más participativa de la historia. En todos los casos, se canta una cómoda ventaja de Biden pues los no decididos o que no dijeron su intención de votos es un grupo muchísimo menor que en 2016. Sin embargo, la reserva ya mencionada sigue latente y la moneda sigue en el aire, sumado a que el propio Presidente está denunciando fraude electoral si no gana.

Personalmente, creo que Biden va a ganar pues el voto latino, afroamericano, el de las mujeres, jóvenes, demócratas, otras minorías y anti Trump están de su lado. Sin embargo, Donald Trump aprovechó su propia enfermedad para resurgir como alguien fuerte, alimentó a sus bases del mismo nacionalismo y colocó a los enemigos como parte de todos los malos de su país. De tal modo que 9 de cada 10 republicanos, según las encuestas, han refrendado su apoyo.

Las cosas están muy calientes por allá. Son un país sumamente polarizado y que vive las consecuencias de su división. Súmele que el propio sistema norteamericano es ya un dolor de cabeza. Si, además, en la noche gana Biden y Trump no lo reconoce, se irán a tribunales y decidirán mediante juicios. Al menos las siguientes horas, Estados Unidos estará de cabeza por saber quién será el Presidente 46 de la democracia más poderosa del mundo.

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