Estas campañas políticas arrancaron el Domingo de Resurrección y concluirán tras 60 días de búsqueda del voto. De acuerdo a encuestas, expertos en campañas políticas, así como a las estadísticas, la elección se resumirá en si la 4T llega a Sinaloa o no, teniendo como único rival la alianza PAN, PRI, PRD. Si bien creo que Sergio Torres (Movimiento Ciudadano) es popular en el estado y Rosa Elena Millán (Fuerza por México) una dama respetada y querida, sus participaciones serán testimoniales y, probablemente, obedecen a una estrategia que bien merecen un análisis posterior. Por tal razón, las dos personas con reales posibilidades de llegar al Palacio de Gobierno de Sinaloa son Rubén Rocha Moya o Mario Zamora Gastélum.
Siendo objetivos y viendo cómo ha transcurrido la primer semana de promoción del voto, queda claro que el favorito del electorado es el abanderado de la alianza de Morena con el Partido Sinaloense. Rocha goza de ventajas clientelares que el PAS le está otorgando y el presupuesto y estructura a base de los programas sociales del Gobierno Federal. Además, la fractura interna que muchos vaticinaban fue parcial y, parece ser, superada por la operación cicatriz que emprendió Rocha Moya. Tan efectiva fue, que logró sentar en la mesa a quienes tanto criticaron a Melesio Cuén y hasta el PAS postuló en Mazatlán al Químico Benítez, en otros tiempos acérrimo enemigo del dueño del Partido Sinaloense. Y la coordinación que le ofreció al mazatleco Alejandro Higuera, aseguran que en el norte contarán con un poderoso operador electoral y en el sur sumaron el apoyo del ex panista más ganador de la historia de Sinaloa.
Volteando a ver los resultados electorales previos, también es más que evidente que Rocha tiene un pie en el Gobierno del Estado de Sinaloa. En 2018 ya compitió contra Mario para llegar al Senado y arrasó en las urnas. En ese entonces, obtuvo junto a Imelda Castro 604 mil votos, mientras que Mario y Rosa Elena 306 mil. Dos a uno la ventaja. Agreguenle que el hoy aliado de Rocha, el maestro Cuén Ojeda, obtuvo 243 mil votos.
Es imposible y ocioso hacer sumas y restas de votos, pues AMLO no es candidato. Además, los votos de Cuén tuvieron una caída significativa, pues en 2016, cuando él fue candidato de su propio Partido, obtuvo 267 mil votos (¿Cómo se explica una caída de 20 mil votos, aún siendo promovido por 3 partidos políticos adicionales al suyo?.
Pero lo cierto es que no tiene por qué obtener tan abrumadora mayoría. Aún teniendo una estrepitosa caída del 30% de los votos, obtendría cerca de 422 mil sufragios de la ciudadanía. Quirino Ordaz ganó con 427 mil, frente a los obtenidos ese año de Cuén Ojeda.
Por esa razón su elección consiste en retener y pareciera que lo ha ido haciendo bien. Sin embargo, le pesa el propio desgaste del Gobierno Federal y muchos ciudadanos pasaron a formar parte de los indecisos, mientras que otros de plano se ubican hoy en día como claros detractores de lo que, a su juicio, es la 4T: un fracaso. Aunado a algunas fisuras que no pudieron subsanarse, la percepción es que sí hay competencia.
Esa oportunidad la está tomando la campaña de Mario Zamora, que ha colocado temas puntuales para grupos que han sido vulnerados por la desaparición de presupuestos. Entre ellas están los emprendedores, a quienes propone una financiera estatal con tasas de interés bajísimas; a las mujeres propone el regreso de las estancias infantiles, incluso buscará crear la Secretaría de la Familia, para hacer que su gobierno sea mucho más sensible en las políticas públicas que emprendan; a la educación le está apostando a las Escuelas de Tiempo Completo, y así podríamos irnos, punto tras punto de donde va a rasgar voto a voto para alcanzar al que actualmente puntea.
La unión de esfuerzos está logrando su cometido, o al menos eso vislumbran las encuestas. Como balde de agua fría le cayó a los rochistas la encuesta de El Financiero, mientras que dio nuevos bríos a los mariozamoristas, pues en las preferencias Mario está a solo dos puntos de Rocha, pues está 43 contra 41.
Eso es un gran logro, ya que en enero de este año, Mario Zamora no tenía certeza alguna que sería candidato, por lo que apenas tenía un 10% de las preferencias.
De esa encuesta cabe señalar que los números son sin contar a los indecisos, quienes son más del 31% de los encuestados, por lo que ellos determinarán quién nos gobernará.
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