A todos los lectores de La Capital y de esta columna les deseo lo mejor durante el año, que sus proyectos se aterricen, fortalezcan y sobrevivan a las adversidades de la época. Por sobre todas las cosas, deseo de todo corazón que sus familias estén en paz, tengan salud y nada los distraiga de lo que es verdaderamente importante.
Dicho lo anterior, recuerdo a todos que tenemos muchos retos por delante, heredados por el 2020 y los años pasados. La Pandemia continúa, la crisis económica no ha cesado y, al contrario, podría profundizarse. Por tal razón los cuidados deben mantenerse, la prioridad de los gobiernos debe ser la preservación de la vida, aunque debe encontrarse el equilibrio para que esa vida no se vea arriesgada por no tener alimento que llevar a casa por falta de trabajo. Las empresas y emprendimientos que ya quebraron son una prueba de las consecuencias que deben ser disminuidas sino queremos una espiral de miseria aún mayor a la que estamos viviendo. Incluso en quienes han podido o sabido cómo salir adelante, han mermado sus ingresos y recortado su personal y reestructuran deudas para no caer en incumplimientos de pago.
Así mismo, la violencia está a la vuelta de la esquina, literalmente; no se sabe si serás el siguiente asaltado, si encontrarás tu automóvil donde lo estacionaste o incluso si en cualquier momento estarás en medio de un enfrentamiento armado entre la autoridad contra gatilleros del crimen organizado. Hablando también de los problemas sociales generados por la inseguridad, están los desplazados de muchas comunidades, en especial en las regiones serranas. Tepuche y Jesús María son dos sindicaturas de Culiacán en donde sigue habiendo mucho miedo, ya que hace meses incendiaron casas, violaron mujeres y asesinaron a familias enteras. Esta semana encontraron a otra mujer muerta, desaparecieron a dos hombres más y decenas de niños están quedando huérfanos.
También están las eternas problemáticas que los campesinos presentan, así como los que viven del mar y la pesca. Los apoyos son siempre limitados y aún más sabiendo que se recortaron subsidios y no se están garantizando los pagos por tonelada de producto como lo tenían prometido. Así que, además de la crisis, están las decisiones gubernamentales que ponen en posiciones aún más vulnerables a estos miembros de la sociedad.
Incluso, los problemas de convivencia social de las zonas urbanas sigue estando pendiente de resolver. Por ejemplo, los baches que pululan en cualquier vialidad siguen siendo motivo por el cual los automóviles se averían; están también las zonas inundables en colonias cercanas a ríos y arroyos, donde personas han muerto víctimas de la mala planeación urbana y poco mantenimiento; si no asomamos al centro, por ejemplo, ahí siguen los inconformes por la manera tan poco empática que se está haciendo peatonal al centro, pues algo pueden opinar los comerciantes que hoy solo tienen que apechugar (aún más), las decisiones de la clase gobernante.
De esta manera, si analizamos todas las aristas de la sociedad, encontraremos cosas pendientes y debemos hacer algo para encontrarle solución, porque somos todos los afectados. En ese sentido, toman relevancia las elecciones del presente año para elegir al Congreso Local, Federal, las alcaldías y a nuestro gobernador. Así como la carta de buenos deseos personales y metas por cumplir que hacemos cada año, nada se realizará si no nos ponemos a trabajar en ello, si no nos la creemos y construimos la mejor versión de nosotros mismos que prometimos que alcanzaríamos al concluir el año. Eso mismo pasa con lo que se debe suceder en nuestra sociedad. Si lo dejamos únicamente como un trámite doloroso y burocrático, en el que algunas personas deciden postularse y tener propuestas genéricas y efímeras, simplemente no cambiará nada y seguirá posponiéndose la mejor versión de la sociedad que merecemos.
Por el otro lado, si nos proponemos exigir, se tendrá una contienda electoral de mucha mayor altura, en la que las propuestas indispensables sean retomadas por los gobernantes, se materialicen y, por fin, resuelven los problemas. Si este año habrán de tomar protesta nuevos funcionarios públicos, ya sea a los congresos, ayuntamientos o al Gobierno del Estado, no importa el color, ni siquiera el personaje, lo que importa es que puedas creerle, que de verdad te escuche y que sus respuestas sean auténticas, aterrizables y, sobre todo, medibles. Solo así convertiremos al 2021 en un año de hechos y no solo de discursos y buenos deseos.
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